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Iah-Hotep, la reina guerrera


La reina Iah-Hotep fue una heroína del Imperio Nuevo, luchó en la guerra contra los hicsos en la que recibió el distintivo de alta graduación que se entregaba solo a los oficiales que se habían destacado en el combate, por ello tiene una aureola épica única en la historia egipcia, además de ser una de las importantes antepasadas de la XVIII dinastía conocida por su saga de mujeres "fuertes".

Iah-Hotep, cuyo nombre significa ‘Iah (el dios Luna) está satisfecho’ fue hija del rey Se-Najt-en-Ra Tao I el Grande (ca. 1580 a.C.) y de una de sus esposas, Teti-Sherit, que era hija de un magistrado. Se desposó con su hermano Se-Ken-en-Ra Tao II (ca. 1577) y se convirtió en la gran esposa real. De la unión de ambos nacieron, entre otros hijos, Ka-Mose y los fundadores de la XVIII dinastía: el rey Ahmosis y la reina Ahmosis-Nefertary.

Su marido Se-Ken-en-Ra Tao II inició el proceso de rebelión contra los invasores hicsos pero falleció durante la campaña, así que le sucedió su hijo Ka-Mose que también murió en la guerra. La reina viuda Iah-Hotep se encontró con que su otro hijo, el futuro rey Ahmosis (ca. 1550-1525 a. C.), apenas tenía cinco años así que ella se puso al frente de la monarquía en nombre del niño asumiendo la regencia durante su minoría de edad.

Según la estela de Ahmosis, encontrada en el templo de Karnak y que se encuentra actualmente en el Museo del Cairo, la reina tomó el gobierno con firmeza y autoridad, y logró unir a la ambiciosa nobleza tebana en torno a la casa real, incluso a los traidores que habían apostado por el bando hicso.

Cuando el rey Ahmosis, ya mayor de edad, reanudó la guerra que concluiría con la conquista de Avaris y la expulsión de los hicsos, la reina Iah-Hotep volvió a tomar las riendas del país en ausencia del faraón. Después, su hijo partió al sur para enfrentarse a los nubios y ella se hizo cargo de las tropas egipcias en la franja de Siria conquistada a los hicsos, y según los egiptólogos, posiblemente fuera comandante militar pues en su tumba se descubrió el ajuar funerario habitual de los jefes militares: hachas, puñales y un collar con colgantes de moscas de oro, las llamadas moscas del valor, el distintivo entregado a los que se habían destacado en combate, que se sepa solo a los hombres.

La reina Iah-Hotep falleció anciana y fue muy respetada por su pueblo. No es de extrañar que siendo como era la madre, la hija, Ahmosis-Nefertary, fuera luego tan poderosa.

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Imagen

A partir del óleo de Edwin Longsden Long, Una devota de Isis, 1883, colección privada.

A partir de una imagen del sarcófago de Iah-Hotep en el Museo Egipcio del Cairo.

A partir de una imagen de las moscas del valor de Iah-Hotep, en el Museo Egipcio del Cairo.

Para saber más

Teresa Bedman, Reinas de Egipto: el secreto del poder, Madrid, 2007, Alianza Editorial.

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