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Thutmosis III encerró a sus mujeres

El faraón Thutmosis III, sobrino y a la vez hijastro de la poderosa reina Hatshepsut, encerró a las mujeres de la familia real en un palacio gineceo y mantuvo relaciones con todas ellas para crear una compleja red clientelar.

Fue después del fallecimiento de la gran Hatshepsut (ca. 1468 a. C.), cuando Thutmosis III (ca. 1479-1425 a. C.) llevó a cabo este cambio profundo en la forma de vida de las mujeres de la familia real. Para ello recluyó a todas las damas principales, ya fueran princesas o simples concubinas en un solo palacio-gineceo, el Mi-Ur, situado cerca de El Fayum.

La condición de prisoneras de estas mujeres queda patente porque la gran esposa real (o una esposa secundaria importante) estaba al cargo de este harén bajo el título de superiora de las “reclusas”, lo que indica la privación de libertad de estas nobles damas.

Los egiptólogos creen que Thutmosis III con esta hábil maniobra "mataba dos pájaros de un tiro": en primer lugar tenía bajo control a las destacadas mujeres de sangre real, especialmente a las que eran descendientes de la mítica reina Ahmosis-Nefertary, para que no pensaran (como había hecho años atrás su tía Hatshepsut) que tenían derecho por sí mismas al trono.

En segundo lugar se rodeaba de una fuerte estructura clientelar: en su condición de rey y dios viviente, Thutmosis III estableció relaciones carnales con todas las mujeres del Mi-Ur, de esta forma creó un entramado sanguíneo y una compleja red de influencias para gobernar Egipto, pues los hijos que tuvo de las princesas reales y de las concubinas (que recibían el título de “ornamento real”) ocupaban los altos cargos de la administración, el ejército y el clero.

En esta “cárcel-harén” las concubinas tuvieron mejor suerte que las esposas de rango superior, después de haber cumplido su obligación de dar un hijo al rey las concubinas podían abandonar el gineceo, para ello eran desposadas con nobles que también recibían cargos y que ejercían como padres “legales” de los hijos que habían tenido las concubinas con el faraón. De esta forma todos quedaban unidos por relaciones familiares y de favores.

Para saber más:

Teresa Bedman, Reinas de Egipto: el secreto del poder, Madrid, Alianza Editorial, 2007.

Imagen

A partir de una escultura de Thutmosis III en el Museo de Luxor.

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