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La poderosa reina Tiy


Tiy fue una de las reinas más notables de Egipto. Sin llegar a ejercer la regencia ni reinar en su propio nombre, como otras reinas, sí tuvo un poder incuestionable. Fue una de las principales responsables, junto a su hijo Amen-Hotep IV y su nuera Nefert-Ity, del cambio político-religioso de El-Amarna durante el matriarcado de Atón.

Fue la gran esposa real de Amen-Hotep o Amenhofis III (ca. 1390-1352 a.C.) y tuvo al menos siete hijos con el faraón: Sat-Amon, Amen-Hotep IV, Henut-Tau-Nebu, Isis, Nebet-Ah,Tia y Baket-Aton.

Tiy era hija de un general llamado Yuia y de una dama del gineceo real llamada Tuia. Es muy probable que Tiy fuera hija biológica de Thutmosis IV, pues su madre perteneció al harén real y llevó el título de “ornamento real”. Parece que las concubinas u "ornamento real" podían abandonar el harén una vez que habían dado un hijo al faraón, luego eran casadas con un noble que también recibía títulos y cargos y a todos los efectos era el padre legal del niño. De esta forma se establecía un red clientelar con lazos de sangre que dirigía la administración, el ejército y el clero egipcio.

En cualquier caso el poder de la reina Tiy fue inusual: ejerció gran influencia en su marido, intervino directamente en la política, conoció los secretos de Estado, estuvo implicada en las decisiones diplomáticas, poseyó dominios personales independientes de la corona y se la representó en muchos monumentos a idéntico tamaño que el soberano.

La reina Tiy se hizo divinizar en vida asimilándose a las diosas solares Hat-Hor y Maat, e incrementó el culto de la gran reina Ahmosis-Nefertary, fundadora de la estirpe femenina de reinas del Imperio Nuevo y de la que seguramente descendía.

Una vez viuda, Tiy pasó a residir en Ajet-Aton, en El-Amarna, la nueva capital fundada por su hijo Amen-Hotep IV, Aj-en-Aton, el faraón herético. Precisamente ella ha sido señalada como una de las principales responsables de las reformas políticas y religiosas que llevó a cabo su hijo, donde las mujeres tuvieron un papel preponderante del que nunca habían disfrutado en Egipto, no en vano ha sido llamado el “matriarcado” de Aton.

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Para saber más

Teresa Bedman, Reinas de Egipto: el secreto del poder, Madrid, Alianza Editorial, 2007.

Imagen

A partir del óleo Una arpista egipcia de Luis Ricardo Falero, 1874, colección privada.

A partir de una escultura de la reina Tiy, Museo Egipcio de Berlín.





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