La reina Tiy asesinó a Ramsés III
La reina Tiy, una descendiente de la legendaria reina Ahmosis-Nefertary fue el cerebro del magnicidio de Ramsés III en un Egipto sumido en guerras, hambrunas, huelgas, desórdenes y caos. PretendÃa sentar en el trono a su propio hijo, el prÃncipe Pen-ta-Ur.
A principios del año treinta y dos del reinado de Ramsés III (ca. 1184-1153 a.C) la reina Tiy encabezó un complot de harén tanto derrocar al faraón como apartar a su heredero del poder (el futuro Ramsés IV) que ya ejercÃa junto a su padre, algo tÃpico en la sucesión egipcia. El golpe estaba apoyado por importantes familiares del faraón asà como por destacados miembros de la administración, de la corte, del ejército y del clero egipcio, que conspiraron desde dentro.
Ramsés III finalmente murió asesinado el dÃa 14 del mes de shemu, la estación seca. El dÃa 24 del primer mes de ajet, la estación de la crecida fue inhumado en su tumba del Valle de los Reyes.
La conjura de Tiy
Ya hacÃa tiempo que se habÃa iniciado en Egipto la gran decadencia que vendrÃa tras la muerte de Ramsés III. Las guerras habÃan sido permanentes durante su reinado, amenazado por todos los flancos, por los libios y los guerreros mashaouash en el oeste, por las tribus invasoras del norte que penetraban a través del Delta, y en el sur por los nubios. La administración estaba corrompida, la corona se habÃa empobrecido, y las tierras productivas pertenecÃan en su mayorÃa a los templos. El hambre y el descontento social se propagaban y la administración real, la encargada de pagar a los obreros los sueldos en especie (cereales, aceite, cerveza y otras materias primas) era incapaz de atender las necesidades del pueblo. Asà aparecen las primeras huelgas de la historia en la ciudad Deir El Medina, en la ribera occidental de Tebas.
En este contexto de caos y confusión Ramsés III fue asesinado. La conjura implicaba a una treintena de personas a cuya cabeza se colocaba una mujer, era una intriga gestada en el harén, pues primeros conjurados eran miembros de la familia real, las esposas y los hijos del faraón. A ellos se habÃan unido los más altos dignatarios egipcios. Sin duda pretendÃan acabar con los desórdenes que asolaban el paÃs sentando en el trono a otro de los hijos de Ramsés III, el prÃncipe Pen-ta-Ur.
Según los egiptólogos la reina Tiy debÃa ser descendiente de las mÃticas Ahmosis-Nefertary y Tiy, como indica su propio nombre y que encabezara la conjura. Por tanto serÃa una ahmósida, una dinastÃa que destacó por sus mujeres, como Hatshepsut. Pero los nombres que conocemos de los participantes en el complot no son los auténticos, pues los conspiradores, cooperadores y cómplices no solo fueron condenados a muerte sino a algo peor para los egipcios, a la segunda muerte, al aniquilamiento, a la destrucción de su memoria. Sus nombres fueron borrados y declarados malditos para toda la eternidad.
Aunque cumplieron su objetivo, matar al faraón, el plan no salió bien y el prÃncipe Pen-ta-Ur no pudo subir al trono. Ramsés IV y su hermano, el general Amon-Her-Jepesh-ef (el futuro Ramsés VI) aplastaron la conjura.
Se sabe que el principal implicado fue un mayordomo llamado Pa-Bak-Kamen. Como dato curioso diremos que para conseguir sus fines los magnicidas utilizaron la magia negra de dos sacerdotes, uno llamado Pa-Ra-Kamen-ef, y el otro Iyrioy, que con sus artes neutralizaron a los guardianes del harén. Después, durante el proceso, dos magistrados judiciales, un militar y un policÃa fueron condenados por permitir que las mujeres del harén se comunicaran con los implicados.
El prÃncipe Pen-ta-Ur fue condenado a suicidarse y Egipto ya nunca se recuperó, la decadencia es un hecho a partir de la muerte de Ramsés III. ¿Hubiera cambiado la historia de Egipto si Tiy hubiera salido victoriosa? Nunca lo sabremos.
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Para saber más
Teresa Bedman, Reinas de Egipto: el secreto del poder, Madrid, Alianza Editorial, 2007.
Imágenes
A partir del óleo de sir Lawrence Alma-Tadema, Los jugadores egipcios de ajedrez, 1865, colección privada.