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El "fecalómano" Bataille


Cuando Bernard-Henry Lévy dijo que Georges Bataille era un "fecalómano" no quiso ver que el bibliotecario era un dandy, un distinguido rebelde que disertó elegantemente de lo inmundo, de lo que nadie quiere hablar. Georges Bataille nos dijo que el ser humano es aquella criatura que ha adquirido la conciencia de ser un animal que tiene que consumir a otro animal para existir, que trabaja para sobrevivir, que siente la sexualidad como placer y risa pero también como dolor y muerte, que cree en lo sagrado y en lo divino, y que ha comprendido que la muerte es el instante último.

Todas estas actividades, comer, trabajar, amar, creer y morir (sabiendo que la muerte es eclipsarse para siempre), nos dijo Bataille que identifican al hombre y lo diferencian de los animales. Y todas ellas convergen en la violencia: comer a un animal significa destruir, matar. En el acto sexual se ejerce violencia en los cuerpos. El sacrificio sagrado se realiza destruyendo un ser vivo, restituyéndolo a los dioses. Y la muerte, es el hecho más violento de la naturaleza, pues significa putrefactarse y deshacerse.

Todas estas variedades de violencia nos están prohibidas de algún modo, aclaró Bataille, matar es la prohibición por excelencia. “No matarás”, dice la Biblia, pero el hombre la transgrede. Disfrutar del placer de la sexualidad está condenado socialmente desde que existe el trabajo, por ser una actividad improductiva, pero transgredimos la prohibición. Morir nos espanta, la visión del cadáver nos produce horror, por ello enterramos a nuestros muertos, pero tenemos que morirnos obligatoriamente. Bataille nos descubre que en este juego de contrarios, vida y muerte, placer y dolor, sagrado y profano, hay elementos complementarios, y todos encierran violencia y erotismo.

Conociendo a Bataille

Ensayista, filósofo, antropólogo, bibliotecario, numismático, archivero, documentalista, articulista, director y colaborador de revistas, fundador de una sociedad secreta... es difícil definir a Bataille, uno de los mayores pensadores de nuestro siglo. Polemizó con Bretón, participó en el surrealismo, marxismo y existencialismo, se sintió atraído por el psicoanálisis y por Freud, por el misticismo y por personajes como Sade y Bàthory. Se interesó por la muerte, el erotismo, la religión y la idea de trascendencia. Su obra es una amalgama de ensayos literarios, históricos, económicos, filosóficos, estéticos, antropológicos, poesía y novela erótica.

Nació en Billom (Puy-de-Dôme), Francia, en 1897 y falleció en París en 1962. Fue bibliotecario, archivero y numismático en las bibliotecas de París, Orleáns y Carpentras. Publicó con pseudónimo y permaneció en el anonimato durante más de veinte años hasta que alcanzó una progresiva fama gracias a sus libros.

Han intentado acercarse a su pensamiento autores como Blanchot, Duras, Sollers, Barthes, Derrida y otros muchos. Sartre dijo de Bataille que era un “nuevo místico”. Foucault que era uno de los escritores más importantes del siglo XX y vaticinó que su obra se engrandecería con el tiempo.

Hay en el pensamiento de Bataille una angustiosa presencia de la muerte y el horror. Nos mostró el papel de lo irracional del ser humano, en la transgresión de lo prohibido. Trató de pensar lo humano, la instauración del orden y su quebrantamiento, la oscilación entre lo sagrado y lo profano, entre la vida y la muerte. Para Bataille, el trabajo y la razón sacan al hombre de su animalidad, a estos se oponen el deseo y la pasión. La búsqueda de riquezas es un medio, es por tanto algo razonable, frente a la búsqueda del deseo erótico, de la poesía y el éxtasis, que son un fin en sí mismos, luego desafían a la razón.

Si el lado reprimido del hombre es el mal, el erotismo es la parte maldita del ser humano que retorna siempre. Para Bataille hay que atreverse a pensar en lo que nos repugna, en lo que ha sido excluido de la civilización, es decir, en el Mal. Por ello se interesó por Sade en cuanto representa la violencia y la infracción de la prohibición que pesa sobre el erotismo y la muerte. Estudió el sadomasoquismo, a la víctima y el martirio que se justifican por los instintos sexuales. La muerte interesa a Bataille como último instante, donde el dolor es el intermediario entre la vida y su fin, la angustia que se convierte en gozo o inconsciencia. Así, ve Bataille en las heridas y el dolor de los flagelantes un coadyuvante del éxtasis, un medio para alcanzar la exaltación del cuerpo y del alma, la beatitud.

El trabajo y el erotismo como elementos humanos

Dice Georges Bataille que la animalidad es el acto de comer, consumir, destruir, hacer desaparecer de este mundo a un semejante. Pero además el hombre trabaja, elabora y emplea útiles con un resultado productivo. Si los animales tienen sexualidad, el hombre erotismo, y se diferencia del resto de los animales porque tiene conciencia sobre esto.

Ya desde el Paleolítico superior, dice Bataille, hay testimonios de la vida erótica humana, representaciones escultóricas de venus, de falos, de hombres itifálicos, pinturas rupestres que muestran la unión sexual. Por tanto desde muy antiguo se vincula el erotismo con la risa y con la muerte, . En opinión de Bataille el erotismo está vinculado al conocimiento de la muerte, cuando el neandertal tiene conciencia de la muerte, opone la vida sexual humana a la animal y aparece entonces el erotismo, que está unido al nacimiento, a la reproducción, que es el origen de la reparación de los estragos de la muerte.

Según Bataille el trabajo es el fundamento del ser humano porque lo libera de su animalidad inicial, es el origen del conocimiento y la razó, y tiene como resultado la ganancia y el enriquecimiento. Por el contrario, la finalidad del sexo es el placer y no la procreación (que también es una forma de enriquecimiento y por ello el matrimonio que es procreación y nacimiento de hijos formaría parte de los medios de enriquecimiento y no estará estigmatizado como el erotismo), lo que también separa al hombre del animal, pues el impulso erótico es distinto del impulso sexual animal. En nuestros días, dice Bataille, la búsqueda del placer como fin, la voluptuosidad, está mal vista porque el erotismo como deseo es una pérdida, no trae ganancia ni enriquecimiento.

En la Antigüedad las sociedades guerreras traen consigo la división de clases y del trabajo. Ahora el cauce del erotismo será la prostitución, mientras que el matrimonio se reservará para la procreación, así que el matrimonio y la prostitución hacen depender del dinero la posesión de las mujeres.

Erotismo y religión

Para Bataille el fundamento del erotismo es el sexo, que está prohibido, se hace en secreto, ocultándose de los demás, a oscuras, es un acto casi religioso. Por ello mismo incita a la transgresión, a la atracción maligna, de ahí su relación con lo infernal, con la demencia, con lo innoble, con lo trágico, con lo religioso, con lo divino.

Las religiones, dice Bataille, también están ligadas al erotismo, pues la esencia de la religión es oponer los actos y los frutos prohibidos a las fiestas, que son su transgresión, así se impone el sacrificio y la fiesta, el éxtasis. Esto queda patente en Dionisios y su mundo, en las bacantes y ménades. Las religiones actuales niegan su relación con el erotismo, pero es cierto también que el erotismo actual, individualizado, carece ya de vínculos con la religión.

La religión cristiana, en opinión de Georges Bataille, condena la exaltación enfermiza del erotismo, valorando el trabajo en detrimento del placer, un mundo donde la única recompensa es el paraíso, que es el opuesto del infierno. Luego, el erotismo, que es placer, se liga al satanismo, a lo demoníaco, al pecado, a la condenación.

Bataille muestra la complejidad del espíritu humano que va desde el santo al voluptuoso, pero ve, en ambas pasiones una convergencia. Ve el erotismo como “aprobación de la vida hasta en la muerte”. Es una búsqueda psicológica independiente de la reproducción cuyo objeto, el placer, no es extraño a la muerte. Dice Bataille que en el sadomasoquismo hay una relación entre muerte y excitación sexual, es decir, en algunos individuos, dar muerte despierta el deseo sexual.

Distingue Bataille tres clases de erotismo, el de los cuerpos, el de los corazones y el sagrado. El erotismo de los cuerpos es violencia, muerte, es alcanzar al ser en lo más íntimo, hasta el desfallecimiento. El acto de apertura que representa la desnudez equivale a la muerte, se asemeja al acto del sacrificio donde la parte femenina sería la víctima y la parte masculina el sacrificador.

En el erotismo de los corazones se da un afecto recíproco, el cuerpo es sólo un aspecto más de este erotismo, donde se ha introducido como elemento principal la pasión mutua. Pero la pasión trae consigo desavenencias, perturbación, sufrimiento y angustia y puede traer también la muerte. La pasión erótica se ha igualado con la muerte.

En el erotismo sagrado el elemento principal es el sacrificio, el desnudamiento, la muerte. Los participantes reciben lo sagrado. El erotismo divino de las religiones actuales está en la experiencia mística que además suele suceder en la edad madura, con la cercanía de la muerte.

Bataille ve en el erotismo un aspecto de la vida interior humana, la búsqueda y elección de un objeto de deseo, igual que en la vida interior religiosa. Sin embargo el erotismo es condenado por la religión, hay una prohibición. Si nos sometemos a esta no tenemos conciencia de que existe, pero cuando la transgredimos experimentamos angustia, esto es el pecado. Así dice Bataille que la religión ha vinculado el deseo al pavor, el placer a la angustia. Cuando el cristianismo reduce lo sagrado de la Antigüedad a lo divino, a lo bendito, deja lo sagrado maldito (el sacrificio, el erotismo, la orgía...) a lo profano. Aquí el diablo es el ángel o el dios de la transgresión (Dionisio), de la insumisión y sublevación, que es arrojado del mundo divino, desterrado su culto, asimilándolo al mal.

El hermeneuta es el intérprete del texto, el que desentraña el conocimiento que contiene el libro para entregárselo a la humanidad. Así Georges Bataille se adentró en esta ardua labor que se asemeja a una arqueología del saber, porque hay que excavar, desenterrar, sacar a la luz lo que estaba en las profundidades para exponerlo a la vista de los lectores. A Georges Bataille le cabe el honor de haber desventrado la esencia del hombre, como ese ser con cabeza de pájaro representado en el fondo del pozo de Lascaux, Bataille ha sacado a la luz las entrañas del bisonte, lo que estaba oculto queda revelado: ser humano significa ser una criatura con conciencia de la propia animalidad, que cree en lo sagrado unido a la muerte, al erotismo y a la violencia.

Para saber más

G. Bataille, La llteratura y el mal, Taurus, Madrid, 1987

- El Erotismo, Tusquets, Barcelona, 1997.

-Teoría de la religión, Taurus, Madrid, 1998

- Las lágrimas de Eros, Tusquets, Barcelona, 1997.

Imágenes

A partir de una foto de Georges Bataille.

A partir de una foto del Hombre con cabeza de pájaro, Lascaux.

A partir del óleo de William Adolphe Bouguereau, Bacante, 1899, colección privada.

A partir del mármol de Gian Lorenzo Bernini, El extásis de santa Teresa, siglo XVII, Santa María de la Victoria, Roma.

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